Psic. Jahir Tepoxtecatl Mendoza
A lo largo del tiempo, la palabra “amor” ha sido definida de múltiples maneras, donde cada persona le atribuye un símbolo en específico y un significante muy particular, sin embargo, posiblemente el punto en común que encuentran muchos; es que se trata de un “sentimiento”, el cual a lo largo de la historia ha sido fuente de inspiración para realizar distintas creaciones.
De forma adicional, sabemos que, como seres humanos nos encontramos en constante búsqueda del amor, pero al mismo tiempo, tratamos de manifestarlo en el día a día por medio de diferentes expresiones.
A nivel social, posiblemente un “esquema universal” del amor, es el encontrar una pareja, en otras palabras, cuando sabemos que alguien tiene una pareja, le atribuimos que “ha encontrado el amor”.
De igual forma, es demasiado frecuente tener en consideración, que las relaciones van sufriendo cambios al paso del tiempo, incluso gran parte de la población ese fenómeno lo define como “las relaciones se van deteriorando”. Pero, ¿Por qué sucede esto?
La respuesta es multifactorial (depende de distintos elementos); sin embargo, algo que en ocasiones no se toma en cuenta, es que los “verdaderos retos” de una relación inician una vez que ha culminado la etapa de enamoramiento, dicha etapa es la primera fase que se experimenta cuando iniciamos una nueva relación, en términos generales; está caracterizada por sentir una sensación de gratitud, bienestar, y mantener una actitud “positiva” frente a las adversidades, donde comúnmente procuramos el diálogo, la tolerancia, la resolución de problemas, la escucha, la empatía, etc.
La duración de esta etapa varía según la teoría y el autor, pues algunos sostienen que dura unos meses y otros incluso años, no obstante, lo que es una realidad es que en algún momento culmina. Es entonces cuando aparecen diversas diferencias, y retos para los partícipes de una relación, pues ordinariamente los elementos que estaban presentes en dicha fase, poco a poco van “desapareciendo”, propiciando que se generen expectativas no cumplidas, lo que nos conduce a la decepción, y a su vez, a generar estados de enojo, el cual comúnmente no se comunica, si no se convierte en el elemento principal de un ciclo sinfín, pues frecuentemente la forma de “sobrellevar” este enojo, es a través de verlo como “tú me hiciste eso, yo te haré esto…”, lo que evidentemente vez con vez nos sumerge en un deterioro mayor, donde llega un momento donde alguna de las partes decide terminar la relación.
Es claro que, los elementos que estaban presentes en un inicio poco a poco se van olvidando, como la empatía, la importancia del “lenguaje del amor”, la escucha, el diálogo, pero sobre todo, la resolución de problemas. Algo importante a destacar, es que la fase de enamoramiento culmina en todas y cada una de las relaciones, por lo que no hay vínculo que se “salve” de vivenciar lo antes mencionado, sin embargo, la diferencia va a radicar en que tanto la pareja sepa sobrellevar las siguientes fases. Pues definitivamente, el concluir la etapa de enamoramiento no es significado absoluto de “ruptura”, sino más bien, el comienzo de nuevos retos para conservar el vínculo.
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