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Los asaltos atentan directamente con la Salud Mental…

El día de muertos, un evento de muchas emociones

Psic. Jahir Tepoxtecatl Mendoza

Desde la existencia del ser humano, se han conformado diversas sociedades, las cuales contienen en otras cosas, una serie de leyes, normas y reglas. Por lo que, en cada una de ellas hay conductas que son aceptadas, y al mismo tiempo, otras que son rechazadas.

Las últimas comúnmente se conocen como “conductas antisociales”, las cuales están caracterizadas por ser prácticas que transgreden el orden social.

Una de las conductas antisociales universales es el asalto, acto que consiste en un ataque realizado con el propósito de hurtar a una persona o un establecimiento determinado. Regularmente este acontecimiento va acompañado de una serie de actos violentos, con la finalidad de intimidar al objetivo, y así lograr el fin.

De acuerdo con la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción Sobre Seguridad Pública proporcionada por el INEGI (Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática), estima que existe una prevalencia delictiva de 24 207 víctimas por cada 100 000 habitantes, no obstante, cabe destacar que 93.2 % no tuvo una denuncia, o bien, la autoridad no inició una carpeta de investigación.

Para la gran mayoría de personas, no es ajeno saber que en los últimos años este tipo de practicas se han vuelto cada vez más frecuentes, las visualizamos a través de denuncias en redes sociales, en distintos programas de televisión abierta, o nos enteramos por medio de un testimonio directo de quien ha vivido algún evento como este.

Desde luego, para quien ha sido victima de esta conducta antisocial, tiene perdidas en el ámbito económico/material, pero también, en ocasiones tienen consecuencias físicas (como producto de un acto violento, psicológicas, y peor aún, algunos (as) pierden la vida.

A nivel psicológico, un asalto puede generar estados de frustración, temor, impotencia, pánico, ansiedad, sensaciones de alerta constante, pero principalmente Trastorno de Estrés Postraumático (TEPT), el cual está definido por la CIE 10 como un trastorno que surge como respuesta tardía o diferida a un acontecimiento estresante o a una situación (breve o duradera) de naturaleza excepcionalmente amenazante o catastrófica, algunas señales del mismo son:

Reviviscencia: Pesadillas o pensamientos aterradores

Síntomas de evasión: Intentar evitar ciertas situaciones o personas que puedan producir recuerdos del evento traumático.

Síntomas de hipervigilancia: Exceso de atención “al peligro”.

Síntomas cognitivos y del estado de ánimo: Dificultad de concentración, sentimientos de culpa y/o remordimiento, perder el interés por cosas de importancia personal.

Cabe resaltar, que cada ser humano reacciona de forma distinta ante algún acontecimiento, por lo que no podemos generalizar en que todas las personas desarrollan las mismas situaciones después de un evento traumático. Por lo contrario, para quienes desencadenan aspectos como los antes mencionados, se recomienda que busquen ayuda profesional a través de un psicólogo (a).

De forma preocupante, no se le ve algún fin a este tipo de fenómenos, por el contrario, pareciera que desde un aspecto social, se le ha orillado a las poblaciones a “normalizar” este tipo de sucesos, en el país no se ve una ruta clara, concisa y eficaz para erradicar esta problemática.

Sin embargo, es fundamental tratar, a medida de nuestras posibilidades tener ciertas precauciones generales para intentar evitar ser víctimas de un asalto, del mismo modo, es de importancia procurar denunciar ante las instancias correspondientes, con la finalidad de colaborar en que los actos no pasen desapercibidos ante las cifras estadísticas, pues aunque no forman parte de una solución “tangible”, distintas organizaciones o instituciones pueden evadir sus responsabilidades al existir escasas denuncias, pues frecuentemente desvían la importancia del tema; justificando que “no hay una alta incidencia delictiva”.

Sin duda, el panorama no pinta nada agradable para los próximos años, por lo cual, considero que a futuro existirá una sociedad repleta de un sinfín de alteraciones mentales y/o emocionales, como producto de los diferentes fenómenos sociales que se han vuelto parte de nuestro día a día. Los tiempos “evolucionan”, pero no debemos olvidar que por consiguiente “las problemáticas” y las “consecuencias”, también lo hacen.

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